Hoy, en este día,
vengo a contar 1 historia
y aunque tal vez no les gustaría
que fuera de desamor,
pero eso fue lo que ocurrió,
yo no le he cambiado nada
y ahora escuchen con atención,
esto que en realidad pasó:
Ella se había levantado,
muy bella se arreglaba,
con un perfume q huele a rosas
ella se perfumaba;
porque hoy quería ser feliz,
hoy quería que fuera su día,
porque hoy toda entera su vida
estaba a punto de cambiar.
Se terminó de alistar
y comenzó a caminar
hacia su alegre destino
aquel que la hacía suspirar
con solo pensar lo que podía pasar.
“¿Qué dirá, qué pensará?”
meditaba ella al caminar
“¿será que se cumplirá
esto que siempre he deseado?
¿será que podrá pasar
lo que yo siempre había soñado?”
Y así, mientras se acercaba
su corazón aceleraba
ella tenía mucho miedo
y no sabía lo que iba a ocurrir.
Y llegó, y él ahí estaba,
sentado en un banco en el parque,
y antes miró a todas partes
nerviosa, temblorosa,
acercándose a su fin.
A su lado se sentó.
Él: “¿Qué te pasa?, te noto nerviosa,
¿te ha sucedido algo en el camino?
dímelo, somos amigos,
no hay nada que no me puedas contar.”
Ella: “Es que hay algo que te debo confesar
algo que todo va a cambiar
algo que siempre guardé
pero que ya no resisto más”.
Él: “¿Qué ocurre?,
explícamelo, te lo ruego,
que estás asustando,
¿qué puede ser tan importante
para poner nuestra amistad en juego?”
Ella: “Yo quisiera decirte”
Dijo ella muy nerviosa,
“que lo que siento por ti es más
que simples mariposas,
que ya no quiero ser tu amiga,
que yo quiero ser tu novia”
Él se quedó impresionado,
eso no se lo esperaba,
porque él la quería a ella
pero así como estaba
como a una amiga especial.
Él: “Yo, lo siento mucho,
eso no me lo esperaba,
pero lo que más lamento,
es que por ti lo mismo no siento”.
Ella: “Pero, ¿por qué no?, dame una razón.
Yo quiero saber tu opinión,
¿no me aprecias? ¿no me quieres?
y aunque por mí no te mueres,
¿qué acaso no sientes nada?”
Él: “Yo… ¿qué te diré?...
no sé cómo hacerlo
pero lo que yo pienso
a ti te va a hacer sufrir”
Y ella, con lágrimas en los ojos
ya sufriendo poco a poco
de nuevo preguntó:
“¿cuál es la razón?”
Él: “Yo te aprecio, yo te quiero,
pero como amiga, no más,
y de tu lado no me quiero apartar,
porque eres mi mejor amistad.
Y yo no te puedo amar,
porque es otra la que quiero
que conmigo esté por siempre,
que conmigo llegue a estar.”
Ella: “Ah… es ella…
¿verdad que es ella?
admítelo, con claridad,
dime tú que es ella
la que te hace suspirar”
Él: “Sí, es ella,
es la que una vez fue,
la que de mi mente no puedo borrar,
porque no la he dejado de amar.”
Y ella estaba llorando,
y todo su sufrimiento
se estaba multiplicando
cada vez que lo volvía a ver.
Ella: “Lo sabía, lo esperaba,
pero no quería que pasara,
quería creer lo imposible,
quería creer que me amabas.”
Él: “Lo siento tanto,
si tan solo pudiera hacer algo
para hacerte sentir mejor,
algo que no sea darte mi amor.”
Ella: “No, tú nada puedes hacer,
ya yo no tengo consuelo,
yo voy a ponerme un velo,
para expresar mi tristeza”.
Él: “No, pero a mí me interesas,
no te vayas así, aún somos amigos
aunque lo que tú deseabas,
así como querías no ha ocurrido.”
Ella: “Yo me marcho, déjame sola,
ya no quiero que estes aquí,
ya no quiero que estés junto a mí”.
Y ella así se fue,
y ella así se marchó,
y como antes se arregló,
el llanto su maquillaje corrió.
Y así, con ese mensaje
que le dejó el desamor,
ella se fue a consolar
solita en su rincón.
Y mientras iba a su sitio,
toda la gente miraba:
“¿Cómo tan linda llorando?
¿qué le estará pasando
para que se esté así lamentando?”
Y llegó a su rincón,
y lloró, y lloró, y lloró
lloró hasta que ya no le quedaron más lágrimas
lloró hasta que descargó
todo lo que tenía por dentro.
Y cuando ya terminó,
ella por fin decidió
ir a buscarlo a él
para tener un reencuentro,
para así no perderlo.
Y así, mientras caminaba,
creyó ver a lo o lejos,
a esa persona de antes,
ese que la rechazó,
ese que su corazón rompió.
Él estaba con alguien,
pero no lo podía creer,
porque estaba con ella,
estaba con esa mujer.
Esa mujer que él amaba.
Esa que a pesar de no ser suya,
él la quería como a ninguna
y él por ella daría la Luna.
Y nuestra niña, la de la historia,
sabía que esa mujer
estaba jugando con él
y sólo quería sus favores,
porque él para ella,
era sólo uno más de sus admiradores.
Y entonces lo comprendió,
entonces todo lo entendió:
Ella nunca lo tendría,
Él nunca se alejaría
de aquella su gran amor.
Y así, ella corrió,
con el corazón destrozado
se encerró en su habitación,
y de ahí nunca salió;
porque era tanta la pena
porque era tanto el llanto,
por aquel que su alma quebrantó,
por aquel que la ilusionó
y que luego la abandonó.
Y esto que acabo de contar,
todo ha sido verdad,
al día siguiente, en las noticias salió:
“Sola en su cuarto,
una niña murió de angustia,
una niña murió de amor.”